Este 8 de agosto se cumplen 62 años del histórico discurso pronunciado por Ernesto Che Guevara en la V Sesión Plenaria del Consejo Económico y Social Interamericano, reunido en cónclave del 7 y al 17 de ese mes, pero de 1961, en Punta del Este, Uruguay, bajo dictados imperiales a fin de dar intensidad al aislamiento continental contra la Revolución cubana.
Con cargos en la dirección del Gobierno Revolucionario, el mítico guerrillero fue la voz clara y contundente de Cuba en aquella cita que, como él denunció desde sus inicios, disfrazaba de tecnicismos y economicismos, el matiz político con que había sido concebida para avanzar en el acorralamiento del país libre y soberano que desobedecía los designios de la doctrina Monroe.
Pues bien, ya que en vísperas de la reunión sus organizadores habían reconocido públicamente sus verdaderas intenciones, en innegables eventos, a Cuba le asistía todo el derecho del mundo a hablar allí de política, porque el tema económico era también político, según una definición de José Martí que el Che recordara puntillosamente en el foro.
Iba a hacerlo también porque la cita de Punta del Este estaba organizada expresamente contra Cuba y en especial contra la fuerza de su ejemplo, sobre todo en tiempos en que el mundo, no solo América, vivía con una alta tensión que incluía a países de Europa, África y Asia, y Estados Unidos debía asegurar su retaguardia continental.
Visto desde todos los ángulos, la economía y la política estaban estrechamente unidas para la concepción cubana y el representante de la nación haría valer su derecho de versar sobre ambos temas.
El Che Guevara hizo notar una paradoja: si en ese sitio se estaba hablando de tiempos nuevos en las relaciones continentales, en lo cual era lo único que coincidía con los organizadores del evento, esos cambios se estaban produciendo en verdad bajo el signo de Cuba, gracias a la impronta de Cuba, pésele a quien le pese.
Con otras palabras explicó que el triunfo de la Revolución cubana y su ejemplo estaban sirviendo como una suerte de correctivo a la tradicional política de desprecio ostensible hacia las naciones del Río Bravo a la Patagonia. Respondiendo a sus intereses hegemonistas el Guardián se apuraba en maquillarse y aislar brutalmente a Cuba.
Eso venía caminando desde enero de 1959. Pero en abril de 1961, Estados Unidos había sufrido su primera derrota en América con la victoria cubana en las arenas de Playa Girón, sobre un grupo de mercenarios organizado y armado hasta los dientes por la potencia, algo que se vio obligado a admitir públicamente su presidente.
A ello se refirió Ernesto Guevara en sus palabras haciendo además un resumen de la sostenida cadena de agresiones, sabotajes y actos terroristas, todos irrefutables, promovidos por la CIA y el Pentágono contra Cuba con el fin de derrocar al Gobierno Revolucionario, el cual dirigía cambios y transformaciones justas en su país, emisores de luces de faro para los pueblos de América.
El representante de Cuba en Punta del Este hizo un resumen de los actos más connotados, y entre las agresiones económicas de peso citó la suspensión de la cuota azucarera de Cuba en su mercado, en diciembre de 1960, y la negativa de las refinerías estadounidenses establecidas en la Isla de procesar el petróleo procedente de la URSS, cuando ellos no lo suministraron más.
Entonces los gendarmes de América hicieron una reunión en Costa Rica, con toda complacencia de la OEA, en la que llevó a países hermanos a condenar enérgicamente a Cuba por el comercio con la Unión Soviética y la compra de armas para defenderse de tantas agresiones, bajo la acusación de establecer relaciones con una potencia extracontinental.
Al comienzo de su alocución, cuando citó a Martí, el Che Guevara recordó palabras textuales del Apóstol cubano exponentes de la convicción de que solo viviría libre y democrática la nación que comerciara con más de una de sus iguales, fuera reino o monarquía, o república.
Y dio ejemplos de que esa era la línea del gobierno del país antillano, la cual patentizó: abrirse al mundo con soberanía, en el comercio y en la solidaridad, también en la unidad continental, juntando esfuerzos para crecer y hacer justicia.
De extraordinaria importancia es la temprana visión de Ernesto Guevara al anticipar el fracaso del plan llamado Alianza para el Progreso, urdido a todo tren y presentado allí para contrarrestar la fuerza del ejemplo de Cuba, y también al predecir el descalabro de los intentos de aislar a la Isla, algo que en una primera fase pereciera un escollo muy difícil de vencer.
La historia registra un antecedente a la Alianza para el Progreso en el año 1959, cuando Fidel Castro planteó en la Conferencia del Grupo de los 21, celebrada en Buenos Aires, la necesidad perentoria de que en la región se debatiera el financiamiento para el desarrollo, algo que Estados Unidos había cumplido con Europa y Oriente Medio.
Dos años antes de llegar al cónclave de Punta del Este, el líder cubano preguntaba en Buenos Aires: “¿Por qué no llegar a la conclusión real de que, en las actuales condiciones, la forma en que mejor se facilita la cooperación es en el financiamiento público?”. El mismo se responde diciendo que tal financiamiento siempre ha sido insuficiente. Y consideró que debía aumentarse ostensiblemente.
Al hablar sobre el tema económico en Punta del Este, el Che aclaró la línea de Cuba sobre la planificación del desarrollo económico y social en América Latina, la Reforma Agraria, la industrialización, la inviabilidad de supeditar las condiciones sanitarias al desarrollo, los condicionamientos para la concesión y utilización de ayuda financiera externa.
También resultó enérgica su denuncia de la confabulación para atacar el flanco de la economía cubana y el cierre de cualquier posibilidad de acceder a los recursos que se ponían en movimiento.
En ese orden, aportó en nombre de Cuba una serie de sugerencias y propuestas técnicas dirigidas al accionar común que debía emprenderse en la región, para enfilar hacia su desarrollo, propuesta hecha con verdadero espíritu solidario, sabiendo con certeza que ninguno de los recursos y beneficios que se concedieran estarían al alcance del país, por la voluntad de la nación hegemónica.
A más de 60 años de aquel plan, América Latina y el Caribe siguen necesitando del cumplimiento de las medidas presentadas por Guevara. Aunque muchas cosas han cambiado, como se sabe. La lucha por el desarrollo, garante de la libertad y democracia, sigue inspirándonos, con urgencia, y en medio de eso, las ideas de Guevara tienen actualidad pasmosa, si se sabe buscar. (Marta Gómez Ferrals, ACN)
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