Los niños estuvieron listos como cada jornada de lunes para asistir a sus aulas. En su alegría está estampada la esperanza, porque gracias a Fidel Castro y a su legado, pueden recibir las clases de forma gratuita y de excelente calidad.
Fidel es sinónimo de bondad, amor, patriotismo, en su más amplio concepto y de eso está constituida la Revolución.
Por ello escucho a muchos enunciar su “gentilicio fidelista” como denominador común en su sentido de pertenencia arraigado con el proceso político-cultural cubano a sabiendas de su importancia para preservar los valores identitarios en la Isla.
Al leer sobre su obra notamos la firmeza perenne, la victoria en cada etapa de su vida, el crecimiento sostenido y el poder transformador para bien hasta el día de su ascenso glorioso.
Y se nos renuevan las fuerzas para continuar, cuando volvemos desde cualquier tarea, a escuchar aquel enérgico llamado: Adelante compatriotas.
Compatriotas, pues los líderes como Fidel logran ver a los demás como compañeros de lucha.
Fidelista entonces, si bien no define una corriente política, es quien echa manos a la obra que le fue encomendada para consolidar la patria.
La grandeza de un hombre no solo es visible en cuanto siembra, su logro es mayor, cuando la cosecha es óptima.
Estos son los tiempos de recoger los frutos, sin olvidar jamás los principios de quien nos supo cultivar como los mejores herederos.
Somos esa vanguardia latinoamericana y antimperialista, hijos dignos de Fidel y de la victoria.
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