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Daniel Diez, un referente en el documental cinematográfico

En el siglo XXI, su nombre acredita desde el arte, la relevancia de un género indispensable en el universo audiovisual contemporáneo.

La labor fundacional del cineasta Daniel Diez Castrillo como creador de la Televisión Serrana, el 15 de enero de 1993, defiende la identidad, los valores humanos y la cultura de los habitantes de la Sierra Maestra.

Es un proyecto comunitario que fomenta el conocimiento y el uso de los medios sociales con fines sociales, educativos y de promoción cultural. De ningún modo lo silenciará en el olvido, la reciente partida física del renombrado realizador de cine y televisión, periodista, docente, sonidista y musicalizador del Noticiero ICAIC Latinoamericano junto a otro grande, el maestro Santiago Álvarez.

Varios homenajes del Icaic y de la Uneac, y la visualización de sus obras en el cine y la televisión han propician el indispensable acto de ver en las pantallas mediáticas un legado indispensable para conocernos mejor.Es preciso leer sin prisa el libro Desde los sueños. Una experiencia audiovisual comunitaria y participativa. En este texto el notable artista dejó constancia de procesos investigativos edificantes donde descuellan la ética y la responsabilidad del creador y de quienes dan continuidad al proyecto.

Reflexivo, cálido, decía: “Poseedores de su propio tiempo, en los documentales de la Televisión Serrana, los campesinos y las campesinas no eran simplemente los sujetos pasivos captados por una cámara en su vida cotidiana, sino los actores activos y participantes de cada obra que, en algunos casos, sugirieron ellos mismos”.

Insistió Daniel Diez en detalles esenciales: “Si esta televisión comunitaria no es participativa pierde por completo su esencia: la de trabajar para una comunidad”. Su quehacer merece estudios en profundidad. Volver al fructífero camino que construyó permite descubrir ideas, energías y pasiones encausadas hacia el mejoramiento humano.

Llamó al documental “género maldito”, y fue un maestro al cultivarlo. Al reflexionar sobre esta manifestación en el ICAIC, durante los años 90, comentó: “Hubo una fuerte caída en los niveles productivos por falta de equipos y de interés. Antes, surgieron puestas maestras, entre ellas Por primera vez, de Octavio Cortázar y Osiel del Toa, de Nicolasito Guillén. Muchos documentalistas lograron puestas valiosas en períodos anteriores”.

Ninguna vivencia le resultó ajena. Motivado por la Campaña de Alfabetización, en la que participó siendo maestro en la Sierra Maestra, vivió el disfrute de mundos fascinantes. De esto dejó constancia en documentales emblemáticos: La despulpadora, La tala y La mujer desnuda, que integran la trilogía SOS verde (1993), Un cariño poderoso (1995) y La tierra conmovida (1999).

Quienes acudieron a su particular llamado en la Televisión Serrana aprendieron de él un concepto fundamental: la importancia de la observación atenta para captar momentos sencillos y cotidianos. Hablaba despacio, sin abandonar las prisas al comunicar esencias de un quehacer perdurable. Nos gustaba escucharle: “El cine es imagen, sonido, ritmo y respiración”.

Además, generó pensamientos renovadores cuando asumió la vicepresidencia en el área creativa del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Supo dialogar, derribar obstáculos, comprender a técnicos y artistas. Fue un funcionario cabal, inspirado, facilitó cambios orientados a los ejercicios teóricos y prácticos en cada medio de comunicación audiovisual Ese bagaje estuvo presente en su labor docente al compartir saberes junto a profesores y estudiantes en la facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y en la Facultad Arte de los Medios Audiovisuales de la Academia de las Artes. Supo desgranar sapiencia mediante la ciencia, el intelecto y la imaginación.

Ejemplar misionero de la cultura, resplandeció de felicidad al influir en estados de opinión sobre el arte audiovisual.Motivó reflexiones, y un mejor entendimiento de la existencia al nutrir relaciones con los comunicadores de la región en la estrategia de lograr la unidad del mundo audiovisual comunitario en América Latina.

Sin duda, Daniel Diez Castrillo seguirá siendo un artista vital para todos los tiempos.

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