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🔊 Vilma: Una mujer en Revolución (+ audio)

Vilma Espín es sinónimo de sensibilidad, entereza, hidalguía. Es ejemplo digno de la mujer cubana, capaz de alcanzar cualquier objetivo propuesto, por muy difícil que parezca el camino.

Los valores éticos aprendidos de su familia serían la motivación para integrarse al amplio movimiento estudiantil y patriótico que tenía por fragua la Universidad de Oriente, durante sus estudios de Ingeniería Química.

El golpe de Estado de Fulgencio Batista constituyó para la joven de apenas 22 años el impulso hacia el enfrentamiento radical contra la tiranía. Su amistad sólida con Frank País, y la confianza del dirigente santiaguero en Vilma, la llevaron a integrarse al Movimiento Revolucionario 26 de Julio desde la clandestinidad.

Con muestras de valentía e inmensa responsabilidad, realizó los preparativos del Alzamiento armado del Treinta de Noviembre y se preocupó por el abastecimiento a los primeros frentes guerrilleros. Bajo el seudónimo de Débora, coordinaba y dirigía de conjunto con Frank todas las acciones clandestinas de Santiago de Cuba.

Cuando su vida corría un intenso peligro, y ya era imposible su presencia en la ciudad sin el riesgo continuo de la muerte, partió hasta el segundo Frente Oriental Frank País para el fortalecimiento de la organización de la lucha. Allí, surgió el amor con quien sería su compañero de vida y de Mil batallas: Raúl Castro Ruz.

Luego del triunfo revolucionario, comenzaría su lucha por la dignidad y el desarrollo pleno de las féminas, con la fundación de Federación las Mujeres Cubanas, la creación de los Círculos Infantiles y los programas de reeducación e igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres en la sociedad.

La Presidenta eterna de la FMC supo encarnar como pocas los sensibles roles de madre, esposa, dirigente y compañera, comprometida con su familia y su tiempo.

Cuando el 18 de junio de Dos Mil Siete desapareció físicamente, se multiplicó en millones de mujeres cubanas, fieles herederas de su legado.

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