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Rubén Martínez Villena: una semilla en un surco de fuego

“Hay una fuerza/concentrada, colérica, expectante/en el fondo sereno/de mi organismo; hay algo/ hay algo que reclama/una función oscura y formidable. /Es un anhelo/impreciso de árbol; un impulso de ascender y ascender hasta que pueda/ ¡Rendir montañas y amansar estrellas!”.

Así definía Rubén Martínez Villena su propósito de libertar a la República de la corrupción y la dominación imperialista. Este poeta y abogado cubano nacido el el 20 de diciembre de 1899, es el modelo por excelencia del intelectual revolucionario.

A los tres años, conoció a Máximo Gómez durante una travesía en tren. La inteligencia del pequeño asombró al Generalísimo, quien le auguró un futuro lleno de luz.

En marzo de 1923, lideró la Protesta de los Trece para denunciar el fraude en la venta del convento de Santa Clara. El grupo de protesta creó la Falange de Acción Cubana, con el objetivo del mejoramiento patrio.

Estuvo vinculado al Movimiento de Veteranos y Patriotas contra el gobierno de Alfredo Zayas, fue fundador del Grupo Minorista y junto a Julio Antonio Mella creó la Sección Cubana de la Liga Antimperialista de las Américas y la Liga Anticlerical.

Su amistad con Mella lo llevó al combate aún más vehemente contra la dictadura de Gerardo Machado. Fue él, quien acuñó el epíteto del tirano para la posteridad, cuando expresó: “Usted es un asno, un asno con garras”.

A su amplia cultura se añadía una profunda humildad y cercanía con los trabajadores. Mantuvo lazos con la Conferencia Nacional Obrera de Cuba, CNOC, e ingresó en el Partido Comunista en 1927.

Su afán de combatir al tirano era tal, que aún enfermo nucleó a los obreros para organizar la huelga general revolucionaria que derribó al Machadato en agosto de 1933.

Otra de sus facetas era la escritura. Su poesía, más allá de los versos, estaba en sus hechos. Comenzó a escribir los 11 años, y a los 21 era un poeta conocido dentro de su generación.

Sus poemas, abordan diversas temáticas, desde la lucha contra el imperialismo para liberar Latinoamérica y episodios de la historia cubana, hasta el erotismo de la pareja y los amores imposibles. A la posteridad, han trascendido Mensaje Lírico Civil, La Pupila Insomne y Canción del Sainete Póstumo.

Admirador vehemente de la obra martiana, sus contemporáneos advertían un profundo parecido en porte y acción con el Apóstol, a quien evocaba en cada palabra, en cada gesto.

El 16 de enero de 1934 falleció víctima de una afección pulmonar. Con su cuerpo inerte y su pupila abierta se sembró en el corazón de la Patria Rubén Martínez Villena, en palabras del intelectual Raúl Roa, como “una semilla en un surco de fuego”.

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