El 25 de noviembre, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se convierte en una fecha emblemática que invita a la reflexión y la acción. Sin embargo, a medida que se repiten los actos conmemorativos año tras año, surge la pregunta: ¿realmente estamos avanzando hacia un cambio significativo o nos estamos quedando atrapados en un ciclo de palabras vacías y promesas incumplidas?
La violencia contra la mujer es una problemática global que trasciende fronteras, culturas y clases sociales. Las estadísticas son abrumadoras: millones de mujeres sufren violencia física, sexual y psicológica, muchas veces en el ámbito doméstico, donde deberían sentirse más seguras. Sin embargo, a pesar de las numerosas campañas, leyes y protocolos implementados en diversas naciones, los índices de violencia siguen siendo alarmantes.
Es crucial que este día no se convierta en un mero ritual de discursos y declaraciones. Las movilizaciones y actividades que se realizan son necesarias, pero deben ir acompañadas de un compromiso real por parte de los gobiernos y la sociedad civil. Esto implica no solo la creación de leyes más estrictas, sino también la implementación efectiva de programas de prevención, educación y apoyo a las víctimas.
En múltiples países como Cuba existen leyes que las respaldan como el artículo 43 de la Constitución de la República, la ley 348 , ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre sin violencia.
La normalización de actitudes machistas y la falta de educación sobre igualdad de género son factores que alimentan esta problemática. Por tanto, es imperativo que se trabaje en la formación de nuevas generaciones que crezcan con una visión de respeto y equidad.
En este contexto, es igualmente importante visibilizar a las mujeres que han sido víctimas y sobrevivientes de violencia. Sus historias deben ser escuchadas y valoradas, no solo como testimonios desgarradores, sino como lecciones sobre resiliencia y lucha por la justicia. La voz de estas mujeres debe ser el motor que impulse cambios reales en nuestra sociedad.
El Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer debe ser más que un recordatorio de la existencia de esta grave problemática; debe ser un llamado a la acción. La eliminación de la violencia contra la mujer no es solo una responsabilidad de las autoridades; es un deber colectivo que requiere un compromiso genuino y sostenido. Solo así podremos esperar un futuro en el que todas las mujeres puedan vivir libres de miedo y violencia.
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