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Frank País y Raúl Pujol, no hay olvido

El 30 de julio de 1957 marca un día de honda tristeza para Cuba. En esa fecha, sobre las cuatro de la tarde, fueron asesinados a sangre fría Frank País y Raúl Pujol.

Ambos revolucionarios se refugiaban en casa de Pujol. Al enterarse de que la policía se encontraba inspeccionando casas cerca de allí, decidieron alejarse de la zona, cuando fueron interceptados por los guardias.

Al registrarlos, descubrieron una pistola que llevaba Frank, identificado por uno de los guardias. Fueron golpeados y cobardemente asesinados por el Teniente Coronel José María Salas Cañizares, uno de los esbirros más leales a la dictadura de Fulgencio Batista.

A sus escasos 22 años, Frank había demostrado con creces el valor y la lealtad al creciente movimiento revolucionario que lo caracterizaba. Destacó como líder estudiantil y aun hoy es considerado el alma de la lucha clandestina. Esas condiciones lo llevaron a ser nombrado jefe de Acción y Sabotaje y miembro de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio. Fue un amante de la poesía, músico y pintor aficionado, pero sobre todo, maestro y revolucionario.

Frank incorporó a la lucha a obreros y jóvenes, y buscó siempre incluir a personas de todas las edades y sectores sociales. Organizó y lideró el alzamiento en Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956 que serviría de apoyo al desembarco de la expedición del Granma, aunque el mal tiempo retrasó la llegada del yate a la isla.

Raúl Pujol fue uno de los organizadores de la Resistencia Cívica santiaguera y su casa acogió varias reuniones del Movimiento 26 de julio, y sirvió de refugio a Frank País en no pocas ocasiones. Tras la conformación del II Frente Oriental, fue uno de los encargados de confeccionar los implementos necesarios, además de la adquisición de equipos y suministros. La ferretería en la que trabajaba se convirtió en centro de operaciones de las fuerzas revolucionarias.

Tras el asesinato el Comandante en Jefe Fidel Castro exclamó: «¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado».

El crimen, uno de los más horrendos realizados por la tiranía batistiana, recibió una contundente respuesta de parte de los santiagueros. Una huelga general espontánea paralizó la ciudad al día siguiente. Los dos entierros se unieron y varias voces, respaldadas por un coro estremecedor, se alzaron para condenar a la tiranía. En honor a ellos, el 26 de julio de 1959, en el Cuartel Moncada, el Consejo de Ministros acordó declarar esa fecha como el Día de los Mártires de la Revolución.

A 66 años después de su asesinato, Frank País García y Raúl Pujol Arencibia siguen vivos, porque solo muere aquel que es olvidado. Y Cuba no olvida.

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