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Mausoleo a José Martí, símbolo de pensamiento, vida y obra

A 72 años de fundado, el Mausoleo al Héroe Nacional de Cuba José Martí ubicado en el camposanto Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, constituye símbolo del patrimonio funerario nacional y sitio visitado cada día por numerosos transeúntes de todas latitudes.

Luego de la caída en combate del autor del ensayo Nuestra América, el 19 de mayo de 1895, su cadáver fue enterrado primeramente en el cementerio del poblado de Remanganaguas, del municipio Contramaestre.

Al conocerse la noticia en la urbe cabecera, autoridades militares y civiles, disponen la exhumación y embalsamiento del cuerpo para que, custodiado por una columna del ejército español, iniciara el peregrinaje de los restos mortales hasta Santiago de Cuba el 26 de mayo.

Martha Hernández, especialista principal del Centro de Interpretación del Patrimonio Funerario, refirió en exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias que Martí, al ser masón, no fue sepultado en una fosa común como otras importantes figuras de las gestas independentistas, porque en las tropas del Coronel Jiménez de Sandoval existían miembros de esa logia, quienes solicitaron al alcalde de la ciudad un nicho para el descanso del prócer, espacio cedido de forma gratuita por cinco años.

En diciembre de 1943 se constituye el comité “Una tumba digna para el Apóstol”, el cual divulga la necesidad de edificar un recinto que recogiera la grandeza del más universal de los cubanos, comentó.

Dijo que el 19 de febrero de 1945 fue presentado un proyecto de ley, a fin de conceder un crédito para la construcción de la bóveda y se convocó a un concurso nacional, resultando ganador el rubricado por el arquitecto Jaime Benavent y el escultor Mario Santí, asesorados por el primer historiador de La Habana, Emilio Roig.

El 8 de septiembre de 1947 se trasladaron los restos de Martí al Retablo de los Héroes, colocados en una hornacina protegida por una reja de bronce que permaneció cubierta por una bandera y un ramo de rosas.

Hernández afirmó que el mausoleo, representa el quinto enterramiento del autor intelectual del Moncada, y constituye un sistema simbólico e integrador del pensamiento, vida y obra de Martí.

Una avenida de mármol, bordeada por monolitos pétreos con inscripciones referidas al ideario del mártir y los nombres de algunos lugares por donde transitó, conduce al edificio principal y garantiza la apreciación del monumento.

Al centro, en el interior del conjunto funerario de 26 metros de altura, se encuentra el túmulo de bronce, cuya base delinea una estrella de cinco puntas, cubierto con una bandera cubana y la jardinera en forma de libro, ubicada en frente, mantiene flores frescas, cumpliendo su anhelo: “Yo quiero cuando me muera/sin Patria, pero sin amo/ tener en mi tumba un ramo/ de flores y una bandera”.

El recinto, afirmó la también Máster en Estudios Cubanos y del Caribe, contiene los escudos de las repúblicas independientes de América, desde donde se transportó un puñado de tierra depositado debajo de la tumba, y en el medio se encuentra la insignia nacional de Cuba.

Detrás del sepulcro existe un sistema de drenaje, con el objetivo de que el agua de lluvia entre a la cripta por la zona frontal y el fondo, y al chocar, las corrientes remitan a Dos Ríos, lugar donde cayera en combate el organizador de la Guerra Necesaria.

Erigida en el deambulatorio hacia dónde nace el sol en el Oriente de la isla caribeña, la escultura sedente, esculpida en mármol de Carrara blanco sin vetas, simboliza la pureza del Apóstol, y lo presenta en una posición de meditación, sosteniendo un pergamino y una pluma que simbolizan al escritor, periodista, maestro e intelectual.

El edificio principal con forma de hexágono parte de un basamento que forma una escalinata circular de mármol procedente de la antigua Isla de Pinos, lugar donde vivió José Martí en la finca El Abra al salir del presidio con 17 años, refirió la fuente.

Manifestó que las paredes, construidas en piedra de Jaimanita, como reverencia al lugar de nacimiento del ensayista, la conforman en sus caras exteriores seis grandes cruces latinas, unidas entre sí a cariátides representativas de los antiguos territorios de la nación, por sus atributos ilustrativos de los renglones económicos fundamentales.

Coinciden con estas figuras escultóricas, pero por la parte interior, los seis escudos provinciales tallados en piedra y situados sobre los pilares de apoyo al resto del monumento hasta el lucernario, el cual permite la entrada a los rayos solares, dando cumplimiento al verso sencillo: “No me pongan en lo oscuro/ a morir como un traidor: /¡yo soy bueno, y como bueno, moriré de cara al Sol!”.

Una guardia de honor, que cambia cada media hora bajo la música de la “Elegía a José Martí”, compuesta por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, rinde sentido tributo a quien dedicara su vida a la independencia de Cuba.

Inaugurado el 30 de junio de 1951, por el entonces presidente Carlos Prío Socarrás, el Mausoleo a José Martí constituye un ejemplo de la influencia estilística del Monumental Moderno en la edificación local, y de cómo se puede poner en función de la historia la integración de arquitectura y escultura.

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