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La satisfacción del cliente amerita más valor en el sector no estatal

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En Cauto Cristo la venta de viandas es muy aceptada en la población porque los precios en ferias, placitas y el mercado están acordes con la buena calidad, esto en lo respectivo a la comercialización estatal, aunque puede ser mejor.

La adquisición de un determinado producto es rentable para el cliente si este es saludable, barato, de buen tamaño, como ocurre con el plátano que es cosechado en esta tierra.

Los servicios dependen en gran medida de la presentación de la oferta e incluyen el buen trato, la imagen positiva y como ingrediente indispensable un léxico adecuado para el intercambio vendedor-cliente.

En cuanto a los productos son importantes la variedad, el gramaje, la apariencia de una mercancía fresca, precios asequibles, que validan la elección por un determinado artículo.

La responsabilidad de quienes deben garantizar una prestación integral es una demanda en algunos puntos de expendio. Específicamente en la venta de los servicios no estatales, muy pocos poseen un equilibrio vendedor cliente, o calidad precio. Una buena parte vende por valores especulativos.

Administradores y dependientes deben ser muy precisos en la sensibilidad, esa que los usuarios traen a flor de piel cuando sus derechos son irrespetados.

Para lograr que los clientes se sientan satisfechos es necesario ofrecer el saludo, explicarles las respuestas a sus inquietudes, ser gentiles, cuidadosos en las normas de los productos y en lo referido al bienestar del consumidor.

Revitalizar los servicios pese a la situación económica actual generada principalmente por el bloqueo precisa de una estrategia colectiva, con creatividad, excelencia, higiene, esa premisa es la mejor aliada para sortear tales obstáculos.

Si los precios son elevados, la disponibilidad de los productos no satisface la demanda, el arte de ofrecer un buen trato, un producto de calidad, fresco, bien pesado, resultarán sin dudas, un aliciente que traerá de nuevo al comprador por otra mercancía.

Mientras tanto, envejecerá el bien ofertado y perderá aceptación, porque no todos los clientes asumen las tarifas actuales.

Es preciso ser justos en esta economía, donde los precios abusivos no pueden pulular. Por eso tienen reconocimiento público esos inspectores que realizan bien su función y luchan cada día por cerrar filas contra los oportunistas.

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