“La lectura estimula, enciende, aviva, es como un soplo de aire fresco sobre la higuera resguardada, que se lleva las cenizas y deja al aire el fuego”, declaró nuestro José Martí.
Sin dudas, esta constituye una fuente inagotable de riqueza cultural para los individuos, un tesoro invaluable para la formación integral de niños y adolescentes.
Abrir un libro es una oportunidad esencial para el aprendizaje, la apertura a múltiples horizontes del conocimiento y el disfrute inagotable, más aún en la etapa veraniega.
La promoción desde edades tempranas de este hábito fomenta la imaginación, la creatividad, potencia la capacidad de reflexión, síntesis y el espíritu crítico sobre actitudes y problemáticas.
Si queremos que las nuevas generaciones sean poseedoras de un amplio vocabulario, una mejor memoria y razonamiento lógico, así como un mayor nivel de concentración, acercarlos a la lectura es siempre una opción segura y viable.
A los múltiples beneficios, se añade el desarrollo de valores como la empatía, el respeto a la diversidad de opiniones, el sentido de justicia y la constancia, al mantener el interés por un ejemplar hasta su culminación.
Para motivar a los pequeños lectores, pueden utilizarse diferentes métodos y herramientas, como leer volúmenes de literatura infanto-juvenil en familia, el visionaje de audiovisuales inspirados en cuentos clásicos y la utilización de las plataformas digitales.
No es necesario la selección de libros de gran complejidad, para comenzar basta con algunos de pequeñas páginas y grandes enseñanzas, capaces de conmover las esencias.
Leer debe convertirse en un momento propicio para juegos, la realización de preguntas desarrolladoras e incentivar a la aventura que implica acercarse a un texto literario. Para iniciar, bastan solo unos minutos al día, acompañados siempre de padres o tutores, y los logros son notables.
Sembrar valores mediante la lectura es una responsabilidad de todos, para el desarrollo de niños y adolescentes activos, plenos y de una inmensa cultura. Volviendo a nuestro Apóstol, descubramos el infinito valor de los libros que “consuelan, calman, preparan, enriquecen y redimen”.
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