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Juego muy serio

Manzanillo.- Jorge tiene diez años de edad y, junto a sus amiguitos del barrio, disfruta jugar en el patio del hogar de los abuelos, cuando va a ellos los fines de semana, en esta ciudad de la provincia de Granma.

Pero, antes de jugar pelota, fútbol o desarrollar cualquier otro entretenimiento, los pequeños “echan” un vistazo por la amplia área de tierra, en una acción que ellos conocen como “guardia vieja”, buscando el más mínimo indicio para desaparecer los riesgos, las brechas por donde se pueda “colar” un indeseado vector: el mosquito Aedes Aegypti.

La conducta asumida por los infantes encierra una esencia primordial: velar, desde las primeras edades, no solo por su salud, sino por la de toda la familia y la comunidad donde residen.

Y es que el combate contra los vectores que transmiten enfermedades, particularmente el indeseado mosquito, capaz de enfermar de dengue y provocar fiebre amarilla a los seres humanos, tiene que ser tarea permanente de todos, no solo recaer en los especialistas de la Campaña Antivectorial y de la Salud Pública.

Cierto, que en no siempre en todos los lugares se asume con la responsabilidad y el sentido de pertenencia que demanda una misión trascendental como esa, pero tampoco es para que las familias se “duerman en los laureles” y no colaboren por los funcionarios encargados de aquella, hay que ser protagonistas en ciudades y zonas rurales.

La eliminación de los riesgos para que no prolifere el Aedes Aegypti requiere la erogación de miles de pesos en la adquisición de recursos, medios e insumos, a los que muchas veces no se les puede llegar por las consabidas estrecheces del bolsillo colectivo y, además, por la imposibilidad de comprarlos ante la política de hostilidad estadounidense contra Cuba.

Nada de ello deben pasarlo por alto las personas, familias y líderes sociales y comunitarios en el empeño por ganar una pelea en la que a todos nos va la vida, y para la que están definidas las estrategias a desplegar con acciones concretas en los hogares e instituciones estatales.

La guardia vieja que, antes de jugar en el patio de la vivienda de sus abuelos, realizan Jorgito y sus amigos tiene que convertirse en una conducta que reproduzcan los adultos, convencidos que en esos minutos está la garantía de cortarle las alas a un indeseado vector.

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