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Doctor Juan José Pérez Cuervo, ¡la vocación de Servicio!

Esta entrevista ha sido un regalo… pensamos mi amiga y yo al salir de una fructífera conversación con el médico y profesor Juan José Pérez Cuervo, un referente de la Medicina Interna en Granma; un hombre ecuánime, humilde como pocos y de conocimientos tan profundos como su cariño y respeto por cada paciente.

“… aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29).

El Profesor Pérez Cuervo, conocido así en el Hospital Provincial Docente Clínico Quirúrgico Carlos Manuel de Céspedes, de la ciudad de Bayamo, es Master en urgencias, Profesor Auxiliar, Investigador Agregado, Médico Auditor de la Dirección Provincial de Salud en Granma, primer Vicedirector de Atención al Grave en la mencionada institución de salud y fundador de la Comisión Nacional de Cuidados Intensivos.

Muchas otras distinciones engrosan el expediente de este hombre de suave andar, como si la sapiencia, fruto de años de estudio y práctica profesional pesara en su espalda.

El profe es un hombre que ama compartir conocimientos. La formación de nuevos médicos internistas es una de sus pasiones y se ocupa y preocupa por su formación. Dice estar vinculado a la docencia desde sus inicios como estudiante de Medicina.

Mi interés por la Medicina nació en la niñez

Recuerda que comenzó la carrera de Medicina en el año 1969. “En el primer año de la carrera varios fuimos monitores y al llegar al Hospital Vladimir Ilich Lenin de Holguín, en el tercer año, fuimos alumnos ayudantes de Medicina Interna e impartíamos clases en la escuela de enfermería, por eso le digo que la docencia viene de micho antes”.

El interés por la medicina nace precisamente de una necesidad de cambiar una situación que afectaba a muchos de sus amigos de la infancia.

“Mi interés por la Medicina nació en la niñez. Yo nací en el campo, en un lugar llamado Arroyo Muerto, allá en Las Tunas. Aunque mis abuelos tenían comercios mis amigos, con los que yo jugaba, eran esos niños del campo que tenían muchas dificultades para acceder a los servicios de salud. Incluso en nuestro pueblito había una farmacia, pero no todo el mundo tenía acceso a ella.

“De ahí nació en mí la idea de estudiar Medicina, era una manera de darle solución a una problemática que afectaba a las personas que me rodeaban. Ya en aquel entonces- mucho antes que surgiera el programa del médico y enfermera de la familia- yo pensaba en cómo hacer un consultorio en aquel sitio alejado… Al terminar la carrera me dediqué a hacer la especialidad de Medicina Interna y bueno todo cambió.

“Yo comencé a Estudiar en Santiago de Cuba y luego a partir del tercer año nos trasladan a Holguín, y continuamos la formación allí, nos explica… Luego una parte de mi formación posgraduada la hago en Antilla y la otra en Banes. Después regresamos a la ciudad de Holguín, fui director de varios policlínicos, con la responsabilidad de atender toda la población penal de la provincia. En la década del ´80, por problema familiares, nos trasladamos a Bayamo, y desde entonces estamos aquí”.

El programa de trasplante de órganos: “…muy lindo, muy estresante, pero que precisa de mucha sensibilidad”

El programa de trasplante de órganos es extremadamente sensible, a los especialistas integrados a este, además de su calidad profesional, los acompaña un respeto por pacientes y familiares extremo. Pérez Cuervo cuenta que fue fundador de este programa, casi sin saberlo.

“La Historia del trasplante de corazón comenzó en Cuba el 9 de diciembre de 1985. Yo había acabado de pasar un curso de actualización de Medicina Interna en el Hospital Clínico Quirúrgico “Hermanos Ameijeiras”. Aquello me llamó la atención…

“En el año 1986 – recuerda – yo era un médico muy joven y teníamos la costumbre de visitar a los pacientes de noche, ellos lo necesitaban. Cuando llego aquí al hospital esa noche veo a un paciente con mucha falta de aire… me llamó la atención y preguntó qué diagnóstico tenía. Me responden que era un paciente de alrededor 60 años que egresaba del Hospital Hermanos Ameijeiras porque tenía una miocardiopatía primaria- un corazón muy dilatado- y realmente me extrañó mucho.

“En aquel momento yo tenía una sala pequeña llamada Cuidados Especiales y lo ingreso. Llamo al puesto de mando del Hospital Ameijerias para informar que tenía un paciente con una miocarditis dilatada para valorar que entrara en el programa de trasplante de corazón. Luego me llamó un profesor y me pregunta que cómo yo sabía que ese paciente necesitaba trasplante. Le respondo que ese paciente había sido diagnosticado en su hospital… me piden que hiciera las coordinaciones para enviarlo a La Habana, explicamos a la familia todos los riesgos… pero pudo realizarse el trasplante y vivió cerca de 13 años.

“A partir de ese momento yo comencé a enamorarme del programa de trasplante. Un tiempo después yo recibo en Urgencias un paciente poli-traumatizado del reclusorio de San Ramón. Un hombre muy corpulento. Tenía un trauma craneoencefálico porque lo habían agredido y yo me percato que por sus condiciones físicas era un candidato a donar órganos.

“Para ese entonces ya yo hacía diagnóstico de muerte encefálica, entonces me dispuse a llamar a los especialistas en el tema en el Hospital de La Habana porque yo no sabía cómo conducir a un paciente en esas condiciones o el mantenimiento que lleva un posible donante.

“Este paciente se catalogó como un paciente multiorgánico. Pero para poder llegar a la conclusión del diagnóstico nos tomamos dos días en los que tuvimos que dormir en mantas en el suelo, claro no estaba solo… y eso es muy importante. “

“Esa primera experiencia fue muy importante, porque realizar el trasplante de varios órganos lleva un aseguramiento logístico muy grande. En este caso movilizamos 2 aviones y 1 helicóptero. Para el Estado la donación de órganos conlleva un enorme gasto por el movimiento de recursos para asegurar que los órganos lleguen en las mejores condiciones a su receptor.

“Si usted está en un país que no es Cuba, tiene que pagar parte importante del tratamiento y eso es loable. En Granma comenzamos con el trasplante en el año 1987 y comenzar con un paciente multiorgánico fue histórico. Es verdaderamente un programa muy lindo, muy estresante, pero que precisa de mucha sensibilidad”.

“La medicina, la docencia, la investigación…”

Para el Doctor Pérez Cuervo la medicina, la docencia y la investigación van juntas, es un error separarlas. Cuando un especialista entra en una sala está poniendo en práctica las tres, sin darse cuenta.

“Creo que el médico debe integrar la docencia, la asistencia, la investigación. Para mí van juntas. No están divorciadas. Cuando estoy en la sala pongo en práctica mis conocimientos adquiridos durante la investigación. Un médico intensivista tiene que llevarlas a la par, sobre todo, para logar una atención adecuada y de calidad”, explica el entrevistado.

Él asume que siempre es un privilegio compartir con futuros especialistas cada conocimiento adquirido con la experiencia y los estudios. Realmente estar con ellos –dice- e intercambiar siempre es un regalo. “Aunque en estos últimos años me he vuelto un estudioso de la Ética y la Bioética, siempre le recuerdo a mis estudiantes que la preparación tiene que ser constante y que un médico debe ser un profesional que ame y respete realmente al prójimo.

“Si volviera a nacer, sería médico, sin dudas. La Medicina me ha dejado un sabor muy dulce. Me permite sentirme satisfecho con mis deseos, con mis intenciones. Me permite reconocer la impotencia que a veces tenemos como científicos ante determinados pacientes, que en ocasiones nos hace sufrir. El hecho de tener creencia religiosa me ha ayudado a ser médico, porque me veo como uno de los obreros que necesitó Jesucristo para expandir el Evangelio. Me siento como una persona que está en la Medicina para ayudar en lo que pueda a los enfermos.

“Por eso creo que el valor más importante que debe poseer un médico – y voy más allá, un trabajador de la salud-,  es la vocación de Servicio. Porque cuando una moza de limpieza – por ejemplo- está limpiando una sala sabe que está dando higiene a un lugar donde está un enfermo-.  Saber que lo primero es esa persona que nos necesita, y luego estamos nosotros.

“Usted tiene que ser sensible, humanista, colaborador, solidario, amable; tiene que ser amoroso, afable… tiene que escucharlo, mirarlo a los ojos… debe tener un verdadero intercambio. Siempre pienso que un MÉDICO no puede pensar que está por encima de otros profesionales o de los sentimientos de los pacientes. La prudencia es palabra de orden para un médico… tratar de no herirlos… Nos toca tener paciencia y escuchar mucho a los pacientes… No somos Dios y nos podemos equivocar, por eso escuchar es principal.

Epílogo

El profesor Pérez Cuervo es pionero en muchos procesos relacionados con la atención al paciente grave, pero, sobre sus conocimientos, sobresale su disposición para enseñar, conducir y acompañar a cada especialista que encuentra un camino en la Medicina Interna. Su labor en favor de la superación, la ética médica y el perfeccionamiento de los procesos de formación posgraduada lo hacen merecedor no solo del respeto sino del cariño de especialistas y pacientes.

Cuando mi amiga y yo cerramos la puerta de aquella pequeña sala en la segunda plata del Hospital Provincial Docente Clínico Quirúrgico Carlos Manuel de Céspedes, nos fuimos con la satisfacción de hacer intercambiado con un EXCELENTE MEDICO, pero, sobre todo, con un incomparable ser humano.

Cuando se hable de él en este y en otros tiempos, habrá que hablar de filantropía y de verdadero amor a la medicina.

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