Aldo disfrutaba su vida sexual adolescente, animado por amistades, salidas nocturnas, bebidas y el ambiente propicio para las relaciones desprotegidas.
La consecuencia de adquirir el Virus de Inmunodeficiencia Humano puede tocar la puerta de los descuidados, cualquiera que sea su nombre, género, edad, cultura o religión.
En tal caso, el paciente desconocía la condición de salud de su pareja, porque se trataba de encuentros amorosos y no había suficiente madurez para pensar en una posible enfermedad de transmisión sexual.
Pero una fiebre alta y protuberancias linfáticas a nivel del cuello significaron una alerta, luego confirmada. La vida suya y de la familia quedó devastada.
El miedo a la muerte, a lograr nuevas relaciones, a adaptarse a condiciones diferentes de trabajo y convivencia, lastraron esa primera etapa de enfrentamiento al VIH.
Hoy, con mucha precaución, asume como promotor de salud en su comunidad, pero su lección de vida alienta a la prevención de contagios por esta causa.
Recientemente he conocido la realidad de otro paciente afectado por el Virus del Papiloma Humano, con lesiones bucales considerables. Aún no ha logrado la resiliencia necesaria para superar la noticia. Teme la coexistencia de esta infección con otra enfermedad. No son pocos los casos, aunque la realidad es más visible en las consultas.
Las relaciones homoparentales reconocidas por ley, deben mantener mayor protección, tomando en consideración, que los contagios por las infecciones de transmisión sexual son más representativos en ese grupo poblacional.
La prevención debe comenzar desde la casa, en confianza. Es un problema de salud, a nivel social, pero los principales daños lo sufren el paciente y sus familiares.
Existen programas para evitar las enfermedades infecciosas, especialmente Cuba compra por valores altamente costosos los medicamentos antirretrovirales y así se garantiza en un alto por ciento enfermar de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
Pero pese a los aseguramientos del Estado, es en casa donde se debe fomentar más el diálogo acerca de esta temática.
El uso de preservativos, la estabilidad de parejas y la evaluación del estado de salud de cada uno antes de exponerse al contacto sexual constituyen medidas necesarias para que ese enemigo silencioso no reconfigure sus planes.
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