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Desembarco del Yate Granma, hazaña de virtud y victorias

Con la promesa de alcanzar la liberación del país caribeño y liderados por Fidel Castro, partieron rumbó a Cuba el 25 de noviembre de 1956 desde las costas veracruceñas de México, tras meses de preparación en ese país.

El mar aguardaba a los expedicionarios con una ferocidad nada halagüeña que junto al peso del barco y roturas en el motor retrasaron la llegada prevista para el 30 de noviembre. Tocaron tierra cubana dos días más tarde. El Comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosques describió en una ocasión como al desembarcar el agua daba por la barbilla.

La embarcación fue adquirida por la Generación de Centenario y tenía como figura representativa a Fidel Castro, quien con 82 hombres a bordo zarparía en busca de la gloria o el cadalso.

En una punta de mangle nombrada Los Cayuelos, a dos kilómetros de la playa Las Coloradas—que es donde debieron haber bajado—, encalló el Granma, lo cual obligó a adelantar el desembarco. Eran las 06:50 horas del 2 de diciembre de 1956.

La llegada de los expedicionarios del yate Granma marcó el inició de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra y que derrocó con su triunfo la dictadura de Fulgencio Batista.

Las fuerzas de la dictadura de la noticia del desembarco al oriente del país, sin embargo pese al fuego de la aviación los expedicionarios emprendieron su propósito de alcanzar la Sierra Maestra que sería el escenario principal de lucha en los próximos dos años.

Sobre el desembarco escribiría después el Che Guevara: “Quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún mecanismo psíquico”.

El objetivo de la tropa era internarse en la Sierra Maestra e iniciar la guerra de guerrillas. Aunque fue atacada, prácticamente masacrada y dispersada casi en su mayoría después en combates iniciales de Alegría de Pío, el cinco de diciembre de 1956.

Así nació el Ejército Rebelde, que con su carga de optimismo no desmayó en el empeño liberador y juró garantizar la futura victoria mirando a sus todavía muy menguadas fuerzas.

La llegada de esta fuerza vigorosa, entrenada y consciente marcó el inicio de la derrota del dictador Fulgencio Batista. A partir de ese momento comenzó la guerra de guerrillas en las lomas del oriente de Cuba. En esos apartados lares, la sangre y el sudor de hombres y mujeres forjaron la Revolución que alcanzara su triunfo el 1 de enero de 1959.

67 años después, desde y hacia una Isla que enfrenta retos todavía, al frente, está el emblemático Yate que cargó la esperanza de un pueblo entero. Lo hace embistiendo tormentas y huracanes, seguro de alcanzar digno puerto. Ese de virtud y dignidad, de soberanía y de victorias.

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