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Cuba: resistencia heroica ante la crueldad

Lejos de manifestarse por el cese del hostigamiento que conlleva el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, la actual administración estadounidense continúa la incesante persecución contra las transacciones financieras que involucran a la Isla y que han afectado prácticamente a todos los sectores de la economía.

Si bien existió un ambiente de distensión durante la presidencia de Barack Obama, el criminal cerco se mantiene intacto como el más largo y genocida de la historia, implantado desde el 6 de febrero de 1962 por el presidente John F. Kennedy, quien creyó que quizás tras algunos meses de su puesta en marcha lograría el derrumbe de la Revolución.

Tales fueron los propósitos de su implementación, que abarcaban privar a Cuba de dinero y suministros para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar el hambre, la desesperación y el derrocamiento del Gobierno.

En años posteriores se fue perfeccionando ese engendro ideado para asfixiar a los cubanos con medidas, leyes, decisiones ejecutivas y la extensión de acciones punitivas con presiones políticas, diplomáticas y económicas contra todos los países, compañías, bancos y cualquier entidad que establezca relaciones con la ínsula, aunque con eso violan todas las normas del derecho internacional.

Desde febrero de 1959 la Isla denunció la existencia en bancos norteamericanos de 424 millones de dólares robados por personeros batistianos que no fueron devueltos, y ese propio mes el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos denegó un limitado crédito solicitado por el Banco Nacional de Cuba.

El presidente Dwight David Eisenhower, al final de su mandato y antes de asumir Kennedy, se encargó en 1960 de restringir la exportación de petróleo, ordenó el cese de operaciones de empresas estadounidenses en suelo cubano y decretó la reducción de la cuota azucarera, entre otras medidas.

Esa administración inició la tradición para los siguientes 60 años de doblez de los gobiernos norteamericanos, al acompañar siempre sus políticas públicas con sórdidos programas secretos de la comunidad de inteligencia.

Tras la desaparición de la URSS y el campo socialista, con el que Cuba sostenía más del 70% de sus relaciones comerciales, se renovaron las esperanzas de la Casa Blanca y de la mafia cubano-americana sobre una caída inminente de la Revolución, e iniciaron una de las etapas más criminales de la política de bloqueo, que buscaba provocar un verdadero genocidio.

Fue así que en 1992 y 1996 se promulgaron la Ley Torricelli y la Helms-Burton, con las cuales se reforzó la extraterritorialidad del bloqueo con multas, incautaciones, persecución legal y acciones represivas contra intereses, propiedades y personas de terceros países que comerciaran o invirtieran en la Antilla Mayor.

Igualmente se limitaron las prerrogativas del Presidente de Estados Unidos para suspender esta política y se fortaleció el papel del Congreso para llevarla adelante en forma de ley.

Cuba continúa enfrentando el cruel asedio con la resistencia heroica de su pueblo como protagonista desde hace 61 años.

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