
Resulta difícil hablar de la Constitución cubana sin relacionar con ella el pensamiento fidelista aglutinador de ideas y derechos a favor de la transformación social con el ser humano como baluarte del desarrollo.
Si los cautocristenses y cubanos llevamos tan dentro el legado de ese hombre natural, fue porque él encumbró las potencialidades de hombres y mujeres para mejorar la sociedad en que viven.
Aún es posible mayor cercanía con la gente, abrir espacios, tomando en cuenta los sitios digitales para compartir información acerca de los temas de preocupación popular.
No en balde, desde el preámbulo de la actual carta magna está definida la vocación democrática del pueblo cubano que hoy alza su voz desde la participación directa del pueblo en la gestión económica, en la consolidación del sistema político en los diferentes órdenes.
Fue con la llegada de Fidel al poder, que las oportunidades de decisión fueron otorgadas a todos y todas. Este principio es elemental para preservar la paz, la unidad, la prosperidad y un orden financiero más equitativo, conceptos muy actuales.
La moderna constitución cubana ratifica su carácter histórico y cultural, basado en estrategias para garantizar de forma ordenada el cumplimiento de las demandas del pueblo.
El Comandante atrapó el corazón de sus seguidores, no solo por sus cualidades como dirigente respetuoso, inteligente y comprometido, sino por las masas que lo acompañaban en cada ocasión para cualquiera de sus llamados.
Está clara la intención del Estado de proseguir el empeño del Líder Histórico para favorecer las personas menos beneficiadas y priorizar programas claves para el desarrollo social.
Fue la sensibilidad humana característica innata en Fidel y virtud necesaria para todo hombre de bien. Esa idea demuestra la continuidad de su pensamiento, hasta nuestros días y es esencia de la Constitución.
La consagración colectiva a la construcción socialista permitirá ampliar las oportunidades, las fortalezas, no sin volver a los preceptos de Fidel, un hombre natural, que supo con estrategias y pueblo, hacer de una Isla pequeña, una gran nación.
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