HOLGUÍN.–Cuando a mediados de octubre pasado este diario confirmó, a través de declaraciones del jefe del Grupo Agrícola del Ministerio de la Agricultura, Orlando Linares Morel, la intención de Cuba de sembrar 200 000 hectáreas de arroz en 2026, experimentados cosecheros del grano pusieron los ojos en la Empresa Héroes del 26 de Julio, con larga trayectoria productiva.
Desde entonces, las interrogantes más comunes giran en torno a las posibilidades reales de ese establecimiento, de la industria mecánica nacional, para incidir positivamente en una tarea de enorme peso para el país, necesitado de impulsar programas que conduzcan al progresivo incremento de los volúmenes productivos del cereal, con el fin de reducir la dependencia de las importaciones.
Las dudas tienen bases. Sobre la entidad gravitan las secuelas de la severa crisis económica que afecta al país. Aun así, los directivos creen que pueden contribuir al propósito de las autoridades agrícolas nacionales, que, en definitiva, es reflejo de la voluntad del país en cuanto a asegurar la soberanía alimentaria.
CONOCER REALMENTE LO QUE NECESITA EL ARROCERO EN CUANTO A EQUIPOS
Con la carga de conocimientos que le han proporcionado años dedicados al diseño de implementos, las supervisiones de los procesos productivos de los prototipos, los periodos de pruebas, las validaciones de estos en los campos, los avatares que acompañan las producciones seriadas y las continuas mejoras, el ingeniero mecánico Juan Cardet Bruzón, jefe del Departamento Técnico de la Empresa, describe la participación mediante vertientes, que divide en la posibilidad de fabricar equipos completos en general, así como otros muy puntuales, además de la fabricación de piezas de repuesto para poner en uso los que solo deben ser completados.
El arroz demanda diversos equipos y la industria puede aportarlos. Se aprecia en la esfera de la preparación de tierras, sin dejar a un lado lo hecho a favor de los procesos de cosecha, comenta.
«Cuándo y cómo proceder se determinaría en el momento adecuado. Pero, es necesario, como le explicamos a los directivos del Ministerio de la Agricultura, evaluar situaciones concretas, bajo principios de lógica racionalidad económica. Por ejemplo, fabricar desde cero un equipo nuevo puede resultar caro. En cambio, es posible reducir gastos si les ofertamos las piezas y partes que darán pie al rescate de equipos, o sea, estamos hablando de procesos de reparación.
«Se trata de acercarnos más al productor cubano de arroz y realizar un levantamiento objetivo sobre sus necesidades», remata.
DE LOS PLANOS, A LOS TALLERES Y LOS CAMPOS
Apenas comienza la conversación con el ingeniero mecánico Fernando Echavarría Caballero, aparece la pasión con que ha trabajado durante décadas en la Empresa. Especialista superior mecánico en la atención de la asistencia técnica, no necesita consultar un catálogo impreso o en formato digital para hablar acerca de lo que es posible fabricar allí.
Los equipos que aquí producen son genuinos, acentúa. Por supuesto, eso llevó un trabajo de investigación, que contempló el estudio de las tendencias mundiales de las industrias de este tipo.
«La familia de implementos está integrada, básicamente, por gradas de discos, intermedias y pesadas, para emplear en labores de rotura y alistamiento de tierras. En ese grupo se ubican, entre otras, la 36–22, 40–26 y 52–22 (el número inicial indica la cantidad de discos, el segundo, el diámetro de aquellos). La última mencionada tiene más de cinco metros de ancho y cuando es empleada en grupos de tractores a modo de tándem, son muy útiles para cubrir los campos arroceros, que tienen uno o dos kilómetros de fondo y de ancho».
Son sobre neumáticos, detalla. Eso le permite la maniobrabilidad en el campo, entre otras cosas, porque en caso de atascamiento, sencillamente las levantan, limpian y continúan las labores. Es más rápido el traslado a otros campos, al tiempo que evita los daños que causan en caminos y sitios por donde pasan las de arrastre, si no las trasladan a bordo de medios de transporte adecuados para esa operación.
Los rodamientos están sumergidos en aceite, con los que esos medios se colocaron, desde la etapa de diseño, a la par de los fabricados por firmas que señorean en mercados regionales.
Han fabricado, con gran aceptación, alisadores de campo, plantea, para ahondar en las tractolvas, transportador intermedio que permitió, según estudios al pie de campo, aumentar la productividad de las máquinas cosechadoras, cerca del 30 % del tiempo de siega, al evitarles trasladarse hasta los remolques que esperan al borde los campos, a los que no pueden acceder por el nivel de humedad.
Diseñaron y fabricaron dos modelos. Uno apto para llevar 3 500 kilogramos, y otro, con capacidad de 7 000 kilogramos, denominado TPA 7000, fruto de la cooperación con China.
Pueden proporcionar, asevera, el remolque arrocero, derivado de mejoras introducidas en el que tradicionalmente produjeron para la rama cañera. De acuerdo con opiniones de quienes los explotan, la fábrica conoce de las preferencias de estos sobre un modelo comprado tiempo atrás, en una nación sudamericana. Es más, en uno de los patios de la Empresa, varios de esos equipos, más frágiles de los que se pensó aun cuando se explotaron correctamente, aguardan por ser reparados.
Otra oferta valiosa está en la familia de medios, que se hicieron muy efectivos, para la operatividad de pelotones a pie de campo. Dispone, entre otras cosas, de la cocina-comedor que, montada sobre la base de una carreta, facilita las labores de los elaboradores de alimentos y el servicio apropiado a seis comensales; el remolque cisterna con capacidad para 5 000 litros de agua y el destinado al Taller Móvil, popularmente identificado como «Novia».
El sentido de responsabilidad hacia los clientes, históricamente ha incluido servicio de garantía, aseguramiento de piezas de repuesto, y asistencia técnica y capacitación, acentúa Fernando.
¿CÓMO ENFRENTAR EL NUEVO EMPEÑO?
Volver a fabricar o reparar medios como esos tiene que ver con el siempre angustioso acceso a financiamientos. La Empresa, confirma su director general, ingeniero mecánico Reinaldo Pupo Martínez, no cuenta con inventarios para asumir, de forma inmediata, la tarea.
«Hemos evaluado la posibilidad de que el Banco, a partir de la cuenta que poseemos, nos conceda un crédito, que podría rondar los dos millones en dólares o euros. Sería para adquirir recursos, producir, vender, reincorporar el dinero y devolver la parte que corresponda según lo pactado.
«Hay un periodo de tiempo de gracia que tienen todos los créditos. Pero la idea es empezar a devolver el dinero, a partir de unos tres a seis meses, lo que resultará muy atractivo para los proveedores de metales y componentes en general».
Hay criterio claro sobre el volumen de equipos a producir en las condiciones actuales. Igual que el Director general, el ingeniero mecánico Rubier Luaces, director técnico de la Empresa, considera que siempre se establecerían cantidades limitadas.
No ignoran cómo la fábrica padece los reiterados cortes eléctricos que vive Cuba, bien por falta de combustible para generar o roturas de las plantas generadoras, a lo que unen el éxodo de fuerza de trabajo ante la inestabilidad productiva, el reconocido envejecimiento tecnológico y la carencia de insumos básicos para las máquinas herramientas.
Con el propósito de solucionar, al menos parcialmente, este último problema, la idea es tomar determinadas partes del dinero reproducido con la fabricación y venta de los implementos, y dedicarlo a inversiones limitadas con las que será posible erradicar algunos de los «cuellos de botella» del flujo productivo fabril.
Parten de las experiencias dejadas por la fabricación actual de equipos para el Grupo Tabacuba, cuyo sistema de aprovisionamiento de divisas financia las materias primas que emplea la Héroes del 26 de Julio en la materialización de los encargos.
Por esa vía, han adquirido costosas herramientas de mecanizado, así como los aceites indispensables para los compresores de los que depende el funcionamiento de un gran número de medios industriales, confirma el ingeniero Juan Cardet Bruzón.
En la fábrica existe una mirada objetiva hacia todo lo que ocurre en los ámbitos productivo y comercial, en Cuba y fuera de ella. Coinciden en que resulta pragmática la autorización concedida a productores de arroz para importar, a partir de las solvencias en divisas, equipos agrícolas no producidos en el país, que, en la vecina provincia de Granma, como reflejó recientemente un reportaje aparecido en este diario, tiene manifestación real en ocho combinadas.
Asimismo, consideran que es necesario aprovechar cualquier nueva oportunidad de crecimiento fabril. Si aparece un importador de minicosechadoras, por ejemplo, que las trae en partes, enseguida hay que contactarlo y proponerle asumir el ensamble con los correspondientes beneficios para ambas partes.
Pero, les parece nefasto, porque ahogaría los intentos de la industria nacional mecánica por recuperarse, que se priorizara la importación de gradas y los otros implementos que es posible fabricar en los talleres de esta planta.