Manzanillo.- Lázaro Verdecia Linares quiere borrar de golpe y porrazo la noche en la que la fuerza del viento le espantaría los sueños como agricultor, allá por San Francisco, en este municipio granmense.
“No fue fácil, periodista, pero aquí estamos, vivos”, dice el hombre y mira sus sembrados de viandas, dañados por la velocidad de los aires que traía Melissa.
Quien conoce a Lázaro sabe que lo heho en la amplia parcela de tierra es a base de sacrificio y sudor, de mucho esfuerzo porque tuvieron que derribar malezas y 64 algarrobos para junto a sus dos hijos y un amigo hacer un jardín productivo.
Las yucas y plátanos dañados por el reciente evento meteorológico, Ángel las entregará a instituciones estatales y otras para la comercialización al pueblo.
 
 
		 
		