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Paraguay y EE. UU. firman un inédito acuerdo militar que permite el despliegue de tropas estadounidenses

Mientras fortalece la dependencia paraguaya, el acuerdo militar con EE. UU. busca el control estadounidense de la Triple Frontera y de recursos estratégicos.

Durante el último año, Estados Unidos ha incrementado de manera significativa —por distintas vías— su presencia militar en América Latina y el Caribe. Definida como el “corolario Trump a la doctrina Monroe”, la remilitarización continental impulsada por Washington quedó explícita en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional.

“Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental”, señala sin eufemismos diplomáticos el documento.

En este contexto, uno de los avances más recientes se produjo con Paraguay, país con el que Washington acaba de firmar un acuerdo de cooperación militar. Conocido como Acuerdo sobre el Estatus de las Fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés), el convenio fue firmado el pasado lunes 15 por el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, y el canciller paraguayo, Rubén Lezcano.

Firmado sin pasar por el Congreso paraguayo, el acuerdo permite —bajo la supuesta intención de combatir el “terrorismo transnacional y el narcotráfico”— el despliegue de tropas del Pentágono en el país y otorga un marco legal para sus operaciones. Al mismo tiempo, establece un régimen de inmunidad para el personal militar estadounidense, similar al que rige para el personal diplomático.

Además, según informó el Departamento de Estado, el convenio prevé el entrenamiento de las fuerzas de seguridad paraguayas por parte de Washington, la incorporación de personal del Departamento de Seguridad Nacional a la embajada estadounidense en Asunción y un amplio intercambio de información entre ambos países. De esta manera, Paraguay se compromete a aportar información estratégica a Estados Unidos y a liderar operativos contra organizaciones consideradas terroristas y cárteles del narcotráfico.

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Dependencia y seguridad

La firma del acuerdo representa una profundización de la relación de dependencia de Paraguay con Estados Unidos, consolidada en los últimos años tanto en la cooperación militar como en la económica. Así lo señala el abogado y analista político paraguayo Leonardo Gómez, quien en conversación con Brasil de Fato afirma que el “alineamiento de Paraguay con Washington tiene varios componentes económicos, militares y políticos”.

“Paraguay es considerado un aliado estratégico para Estados Unidos. Un aliado al 100%”, llegó a decir Donald Trump en una carta enviada al presidente Santiago Peña, enfatiza Gómez, señalando que con este acuerdo Paraguay se convierte en un actor funcional dentro de la nueva estrategia de seguridad estadounidense.

Si bien los intereses de Estados Unidos en Paraguay son múltiples, hay dos que merecen especial énfasis: el control de la hidrovía y de la triple frontera. “Estados Unidos habla de proteger a contratistas del Estado, y estamos hablando de que Paraguay tiene un excedente de commodities energéticos, de energía limpia y renovable en grandes volúmenes por el excedente de Itaipú. Estos excedentes probablemente existirán durante los próximos 10 años”, explica.

A la vez, remarca que la cadena de suministro en la hidrovía podría impactar a empresas de otras banderas bajo la mira de los intereses estadounidenses. “Grandes volúmenes de soja y otros commodities que se dirigen hacia Asia pasan por la hidrovía y podrían ser objeto de presiones por parte de fuerzas que operen en la región o en Paraguay. Además, estamos hablando de empresas que transportan productos desde el Mato Grosso y que posteriormente salen por el río Uruguay”.

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Bases militares en la triple frontera

Gómez explica que, aunque el intercambio militar entre ambos países no es novedoso, lo que cambia con este tratado es la “discrecionalidad” con la que Washington puede actuar en Paraguay. La firma del acuerdo permite que “literalmente la institucionalidad paraguaya no pueda intervenir en operaciones provenientes de Estados Unidos ni de sus contratistas en cuestiones de seguridad”, lo que significa que la concepción de seguridad estadounidense se extiende de manera discrecional y sin reconocer la jurisdicción paraguaya.

“Estados Unidos históricamente ha hablado de instalar una base militar en la triple frontera, y eso genera alta sensibilidad y tensión con los países vecinos”, señala Gómez, quien añade que el contexto parece propicio para avanzar en esta agenda. Con el gobierno de Javier Milei en Argentina, totalmente subordinado a Washington, la posibilidad de instalar una base militar contaría únicamente con la resistencia de Itamaraty.

La Triple Frontera —entre Paraguay, Brasil y Argentina, en Ciudad del Este, Foz do Iguaçu y Puerto Iguazú— es una zona estratégica y de alta complejidad geopolítica. Es un polo logístico clave en Sudamérica, con puentes y ríos (Paraná e Iguazú) esenciales para el comercio masivo, el flujo de personas y la producción de energía. Pero también, por sus “fronteras difusas”, constituye un importante espacio de operación para el crimen organizado.

En los últimos años, la estrategia estadounidense ha avanzado mediante acuerdos bilaterales que permiten la instalación de oficinas de agencias como el FBI y la DEA “sin necesidad de un asiento”, pero con libertad para operar plenamente dentro del territorio paraguayo. Gómez explica que la tendencia a la “securitización de las narrativas civiles” es posible debido al amplio desconocimiento de los marcos del derecho internacional humanitario.

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Señala que, al promover este tipo de acuerdos que profundizan las lógicas de dependencia, Estados Unidos busca acelerar una ruptura del orden internacional. “Enmarcadas en la llamada doctrina Monroe 2.0, se reduce la capacidad y autonomía de los países de la región para gestionar recursos y propuestas que puedan desafiar la agenda estadounidense, a la vez que se complica la posibilidad de consolidar economías más regionales en América Latina”.


Autor: Gabriel Vera Lopes